
La primera vez que lo llevamos a casa, a la adoptante le preocupaba su perro mayor, por si se deprimía… tanto es así que lo volvimos a traer con nosotros. Pero claro, ocurrió lo inevitable! Lo echaba tanto de menos (y su perro también!) que nos rogó que lo lleváramos de nuevo. Estas cosas ocurren… pero estamos seguros que esta vez es la definitiva. Que tengas buena vida, Thor, te lo mereces!
Por favor, dona, ayúdanos a seguir salvando vidas!